8. DIA SEGUNDO. LINZA - LABEROUAT. PRIMERA PARTE

Tras una noche reparadora, donde Kiko y Gilbert durmieron como angelitos, todo el mundo en el refugio se levantó tempranito. Algunos con más o menos cansancio por culpa de dos personajes que no pararon de roncar en toda la noche. Tras un buen desayuno y recoger el pic-nic salieron a la aventura. Nuestros senderistas tenían contratado en todos los refugios la cena, el dormir, el desayuno y un pic-nic para cuando estuvieran por la montaña.

La ruta de ese día era muy chula. Estaba considerada la etapa reina de la excursión, tanto por su dureza como por lo bonito de su recorrido. La variante A era de 9-10 horas, 1.500 m. de desnivel positivo y 1.400 de negativo. O sea, de división de honor. La variante B era de 7-8 horas y 1.100 m. de subida y bajada, que para nuestros senderistas era ya una barbaridad.

La variante A pasa por la Mesa de los Tres Reyes, montaña emblemática de casi 2500 metros de altitud. La montaña más alta de Navarra. Debe su nombre porque la cumbre separa los antiguos reinos de Aragón, Navarra y Bearn. Allí se podían sentar los reyes de cada uno de los reinos a negociar sentados cada cual en su territorio. Viendo la montaña desde abajo. Kiko y Gilbert dudaban mucho que tres reyes se enfilaran a esa montaña simplemente para hablar. Habría muchos despeñados en sus caravanas.

La noche anterior ya habían decidido con buen criterio hacer directamente la variante B. Ambas variantes, la A y la B, salían del refugio de Linza por la misma senda. Aquel día el camino parecía una procesión. Allí había todo tipo de gente, bien y mal preparados. No había gente con chanclas pero casi. Abuelos, niños, perros, domingueros y demás seres humanos se disponían a subir y bajar de esta famosa cumbre en un día. Gilbert y Kiko se encontraron con los vascos con los que habían cenado y estos estaban asustados de la gente que había. Ellos iban a subir a los Tres Reyes y tenían miedo por si el día se torcía, porque mucha gente lo pasaría realmente mal. En la alta montaña no se va con bromas. Se puede montar una tormenta en cinco minutos y, si te pilla en medio, tienes que estar preparado. Puede bajar la temperatura bruscamente y dejarte con una hipotermia de señor mayor.

El objetivo inicial de nuestros senderistas era el collado de Petrechema, paso natural al pie del pico con el mismo nombre, entre España y Francia. Parece que había varias rutas que iban hacia este collado, todas ellas sin un árbol, ya que discurren  más o menos a 2.000 metros altura. Los vascos con los que cenaron les dijeron que la mejor ruta era por arriba, siguiendo la variante A, para después empalmar con la variante B. Gilbert y Kiko decidieron no hacer caso a los vascos y seguir el track de su gps. Así, si se perdían, sabrían como estarían de perdidos.

Pero el destino les jugó una mala pasada. Se incorporaron a la procesión para subir a la Mesa y, hablando y hablando, se descuidaron y se saltaron el desvío de la variante B. Una vez que se dieron cuenta, trataron de deshacer camino y volver al track pero los vascos de la cena, que pasaban por allí, les dijeron que siguieran por donde iban, que un poco más adelante se empalmaba con la suya. Después se darían cuenta que la decisión no fue muy acertada.
   
Siguiendo las indicciones de los vascos, llegaron al collado de Linza, aquí el camino se volvía a dividir en dos. Uno hacia el pico Petrechema (el suyo) y otro a la Mesa de los Tres Reyes (el del resto). La idea era ir hacia el pico Petrechema y buscar un camino que lo bordeara para llegar al collado del mismo nombre, su objetivo. Como era de esperar, llegó un momento que se quedaron sin camino. Echando mano al gps, que no habían seguido previamente, identificaron que el camino bueno pasaba a unos centenares de metros de ellos. La cosa estaba en ir campo a través hasta el camino y, una vez allí, seguirlo hasta el collado y pasar a Francia.

Con lo que no contaban nuestros senderistas es que en Pirineos el campo a través a 2.000 metros de altura es realmente duro: pasos, pedreras, bajadas y subidas trepando, equilibrios entre barrancos, dar rodeos para evitar pasos imposibles era lo mínimo que les podía pasar. Y eso les pasó. El collado de petrechema se veía allí enfrente, como un paso cortado a pico entre dos montañas cargadas aun de algunos neveros que se resistían al demoledor sol del verano. Por el navegador del gps veían el camino que tendrían que haber tomado, e incluso a simple vista podían verlo de vez en cuando, pero entre su posición real y la posición donde tendrían que estar había mucho trabajo a hacer. Una vez más, la “pericia senderil” y la paciencia les ayudaron a salir de ese atolladero. No había pérdida pero perdieron una hora y un par de kilómetros hasta llegar al track. Ganaron unos pies doloridos y muchos raspones y magulladuras.    
 
Por fin llegaron al collado de Petrechema. A 2000 y pico metros, es una especie de cortado natural de los Pirineos por el que se pasa de España a Francia, o de Francia a España. La vista es espectacular. Gilbert y Kiko se podían imaginar a las antiguas Golondrinas con la bolsa de comida yendo una detrás de otra a ganarse sus dineros. La parte española era un mar de piedras con acceso bastante difícil. La parte francesa bajaba rápidamente hacia un mar de nubes, con las cimas de Pirineos por encima. Ahora les tocaba a nuestros senderistas bajar del collado por la vertiente francesa adentrándose en las nubes. Allí que fueron.

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