6. DÍA PRIMERO. BELAGUA – LINZA. PRIMERA PARTE

Gilbert y Kiko fueron en coche los 16 kilómetros que separan Urzainki, lugar donde durmieron, hasta Mata de Haya, inicio de la ruta. Mata de Haya es un lugar donde siempre hay coches aparcados. Muchos senderistas dejan allí el coche para hacer las muchas rutas pirenaicas que salen y llegan de este lugar.

Este sitio, al lado del río Belagua, no es un pueblo, sino un aparcamiento con un pequeño bar al lado. Desde allí, nuestros senderistas tomaron el camino marcado con marcas rojas-azules (Camino Real del valle de Belagua) para comenzar el primer día de la ruta. Allí encontraron también a los dos chicos que habían visto cargando agua por la mañana. Supusieron que harían alguna ruta parecida a la suya. Les apodaron “los manchegos” y les dejaron descargando sus mochilas del coche.

Cada uno de los días 4 días que componen la ruta de las Golondrinas tiene dos posibilidades. Una corta y una larga. El inicio y el final es el mismo, pero una da más vuelta que la otra. Nuestros senderistas decidirían sobre la marcha cual de las dos tomarían cada día. En este primer día, la ruta corta era de 6-7 horas con un desnivel positivo de 600 m. y negativo de 250. La ruta larga era un poco más exigente. 1 hora más y 100 m. de subida y 750 de bajada. Ya verían sobre el terreno qué decisión tomar.

Desde la salida, Gilbert y Kiko tomaron una senda que llaneaba a través del valle de Belagua por unos prados y bosquecillos llenos de helechos. El ambiente era muy bucólico, pero en el mundo senderista siempre se ha dicho que las sendas con helechos son traicioneras. Normalmente los helechos invaden parte de las sendas y para poder pasar siempre se rozan o se tocan. Nunca se debe ir con pantalón corto por ellas. Las garrapatas se suelen poner en las puntas de los helechos a la espera de algún mamífero, humano o no. Cuando alguien roza un helecho con "visitante", este salta al ataque, cabalga su presa y se alimenta. Gilbert hizo caso a esta recomendación y llevaba pantalón largo, Kiko no lo hizo y lucía piernas al aire. Al final las garrapatas no tuvieron suerte y ninguna chupó la sangre de nuestros excursionistas.

El objetivo de este primer día era llegar al refugio de Linza. La ruta corta no tenía mucho desnivel pero la ruta larga pasaba por la ascensión al Txamantxoia, montaña de casi 2.000 m. Inicialmente el camino era común. La senda por la que caminaban nuestros senderistas iba ascendiendo poco a poco y en un momento (borda Marijuana) giró a la izquierda saliendo del valle de Belagua. Aquí surgió el primer problema. No existía un camino claro al cual seguir. Una pista de aprovechamiento forestal despistó a nuestros caminantes que tuvieron que echar mano del gps para “resituarse”. Fue entonces cuando comprendieron el sentido de varias palabras que ponían en folletos, internet y comentarios de la organización.

En pirineo hay varios tipos de sendas que se utilizan para hacer travesías. Primero está el “camino normal”. Esta calificación la reciben aquellos caminos que ni de coña parecen caminos. Es simplemente campo a través donde se ve alguna ramita cortada o algún hito de piedras allá a lo lejos o alguna otra señal de que un ser humano ha transitado por allí en algún momento de los últimos años. El siguiente tipo de camino es el llamado “camino evidente”. Un camino evidente es aquel que se puede diferenciar del campo a través si eres un senderista avezado. Hay señales como pisadas, de ser humano o de vaca u oveja, hitos, piedras movidas, sentido común, alguna señal pintada, que nos dicen que por ahí va un camino evidente. La Ruta de las Golondrinas pasa por sendas que, según la organización, son caminos evidentes pero que en realidad necesitas de un gps para poder moverte. El tercer tipo de camino es el denominado “camino muy evidente”. Este tipo de camino es el que la gente corriente conoce y en el que todos nos desenvolvemos sin problemas.

Una vez nuestros senderistas estaban situados en el camino correcto gracias al gps, pararon un momento a comer algo y vieron desde lejos como la pareja de manchegos se perdía igual que ellos. Poco más tarde los manchegos reencontraron el rumbo y les pasaron. Un saludo y hasta la próxima.

Cuando Gilbert y Kiko reemprendieron la marcha coincidieron con una pareja joven que iba también al refugio de Linza. Iban a ir por la ruta larga y Gilbert no tenía del todo claro si lo mejor era ir por la larga o la corta. El camino ya no era camino sino una gran pradera que iba ascendiendo hasta la cresta de la sierra. El sol pegaba fuerte, hacía mucha calor y no había sombra por ningún sitio.

Llegó el momento en el que la ruta se separaba entre la corta y la larga. Por un lado se subía al Txamantxoia y por otro lo bordeaba. Nuestros héroes tomaron la decisión de elegir el trayecto largo. No estaban muy cansados y quedaban bastantes horas de sol. Así compartirían ruta con a la pareja con la que estaban. El camino (no camino) era fácil ya que había que ir cresteando hasta llegar a la última cresta, la más alta, que era el objetivo primero a conseguir.

Parecía que el pico estaba al alcance de la mano pero costó bastante llegar a él. Se veían muchos puntitos negros en la cima. Cada uno de ellos era una persona que estaba gozando de las vistas. Parecía que había otra ruta muy transitada que llegaba también al Txamantxoia desde el refugio de Linza. Ese sería el camino que seguirían los nuestros una vez alcanzada la cima. Ya se rondaban los 2000 m. de altitud y el viento era fresco. El sol picaba pero la brisa lo suavizaba.

Y por fin se hizo cumbre.

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