12. DÍA CUARTO. LA PIERRE SANT MARTIN - BELAGUA


Los días no pasan en balde y el cansancio se iba adueñando de los cuerpos del grupo de 6 que se había ido formando durante toda la ruta de las Golondrinas. Los Madrileños, los de Bilbao y los nuestros, los de Castellón. Para este día de ruta todos eligieron la variante B, la facilona. Los madrileños decidieron que ya tenían bastante y ese día se lo tomarían más huevón y harían piña con el resto del grupo.

En este cuarto y último día de la ruta el camino es un poco menos exigente. La variante A son 8 o 9 horas con desnivel positivo de 500 m. y negativo de 1.000 m. La B son 6 o 7 horas con casi los mismos desniveles. Este día lo que más preocupa son los 1.000 metros de desnivel negativo, que presupone bajadas, cuanto menos, divertidas.

Después de ver un fantástico amanecer desde el refugio y tomar un copioso desayuno, nuestros caminantes se dedicaron a quitar arañas y demás insectos de sus mochilas y sus botas. Por culpa del miedo del refugiero Antonie a que le llenaran la casa de chinches, las mochilas y las botas pasaron la noche en un cobertizo lleno de bichos. Estos sí que eran reales y no las chinches, que nuestros chicos no vieron ni notaron.

Los seis senderistas comenzaron su última etapa de la aventura. Desde detrás del refugio fueron subiendo sin ningún tipo de camino hacia el pico de Arlás. Es un gran y empinado prado que en invierno seguro que está lleno de esquiadores. La variante B de la ruta no sube al pico, sino que lo deja por la izquierda. Esta es la idea que llevaban los caminantes y "a ojo" iban haciendo camino sin tener que sacar el gps.

Los 6 senderistas iban pasando por varios caminos de esos que se hacen para mantenimiento de las pistas de esquí. Estos anchos caminos iban subiendo y subiendo y casi que llegaron a la cumbre, cosa que los caminantes no debían hacer.

Poco a poco dieron la vuelta al pico de Arlás. Pasaron de la cara oeste, donde estaba el refugio a la cara este, ya en España, por el collado de Pescamou. Allí no había ni una señal, ni un hito, ni un mojón que marcara el cambio de país. Tampoco hacía ninguna falta.

Desde allí se entraba en la zona de Larra, un gran macizo kárstico a más de 2.000 m. de altura que forma un pequeño valle. Las montañas al norte eran el linde con Francia.

La zona de Larra es muy especial. Nuestros senderistas descendieron, no sin peligro, a un valle plano llamado la Contienda. Allí hay un pequeño lago y la entrada a una cueva (con una reja cerrada). Luego se enteraron que en la zona de Larra están unas de las simas más profundas de España, con más de mil metros de caída.

Allí cerca se encontraron con varias pistas de esquí nórdico, evidentemente sin nieve. Fueron siguiéndolas hasta llegar al Centro de Esquí Nórdico La Contienda, con un pequeño refugio también. Estaba todo cerrado, de vacaciones hasta el invierno. De allí fueron un rato por la carretera de Belagua hasta el Ferial, otra estación de pistas de esquí de fondo. Por las instalaciones, esta estación parecía bastante más grande que la anterior.

Por una de estas pistas de fondo se aventuraron nuestros senderistas, con el beneplácito del gps. Comieron en un recodo y llegaron al collado de Eraiz. Desde allí se veía todo el valle del Roncal varios cientos de metros más abajo. Allí abajo estaba el destino de la excursión.

Aún no comenzaba la bajada salvaje. Siguieron varios caminos que discurrían cerca de la carretera hasta llegar al refugio de Belagua, una gran edificación ahora deshabitada y degradándose poco a poco. Del refugio de Belagua se ha hablado bastante porque han sido varias las voces clamando para que se restaurare y en ese momento no se veía ningún avance. Después nuestros senderistas supieron que se acometieron labores de restauración y que se podría reabrir para el 2020 Aquí Bruno y Maite, la pareja de Bilbao se quedaron un poco atrás. A ellos les gustaba parar a beber y descansar más a menudo que al resto.

Desde el parking del refugio, y por una senda que encontraron gracias al gps, el grupo llegó al llano de Eskilzarra, donde una manada bastante grande de caballos estaba pastando tranquilamente y sin inmutarse. El macho dominante era inmenso y nuestros senderistas pasaron a una distancia prudencial para no molestar.

Desde el collado de Eraiz todo el camino había sido pasto y hierbas sin árboles pero ahora ya comenzaba el bosque. 

El camino por el llano de Eskilzarra les fue llevando poco a poco hasta el paso de Zemeto, Este camino está marcado con azul y también con las señales de un GR (el GR12, que parte del País Vasco, cruza Navarra y finaliza en Belagua). Este paso coincide con un cambio de paisaje. El camino se hace más estrecho pero más claro, se discurre por un bosque muy frondoso, y el desnivel es terrible. La senda cubre un desnivel de más de 300 metros en un par de kilómetros.

Aunque el camino va haciendo zigzag de continuo, no deja de estar muy empinado. Gilbert sufría mucho con las punteras de sus botas y esto retrasaba bastante al grupo. Hacía mucho calor y humedad, incluso amparados por la sombra de los árboles. El sendero se volvía a veces peligroso porque se iba deshaciendo por la erosión.

Al fin el camino terminó y llegaron a la carretera que les conduciría al final del trayecto. Creían que estaban más cerca pero se dieron cuenta que el final de sus penalidades no había acabado todavía. La carretera estaba a pleno sol, era mediodía y los 40 grados seguro que estaban presentes.

Dos kilómetros de sudorosa carretera les llevaron al aparcamiento de Mata de Haya, su lugar de salida y su destino final. Llegaron, se mojaron de arriba a abajo en una fuente colocada estratégicamente, se cambiaron las botas y se tomaron dos cervezas ultrafrescas con sus compañeros de Madrid. Maite y Bruno se quedaron rezagados, seguramente comiendo. Allí supieron que la pareja de Madrid se llamaban Alberto y Jorge, eran hermanos y se pasaban la vida haciendo bicicleta y senderismo. Esa misma tarde se iban hacia Ordesa para hacer una nueva ruta. Evidentemente Alberto y Jorge estaban mucho más preparados que nuestros Gilbert y Kiko.

Aquí acabó la travesía de la ruta de las Golondrinas, llena de cosas para contar. Con sus grandes cosas buenas y sus pocas cosas malas. El viaje de vuelta fue superrápido e incluso llegaron a tiempo para tomar unas cervezas con las amigas y los amigos.

Una estupenda experiencia para contar y recordar.

Gilbert y Kiko hicieron la ruta de las Golondrinas del lunes 30 de julio al jueves 2 de agosto de 2018.

Aunque parezca mentira, todo lo que se ha contado les pasó de verdad. Incluso pasaron más cosas pero la edad de los caminantes hizo que de algunas se olvidaran.

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